En diciembre de 2002 la patronal entra violentamente a la fábrica Brukman con el aval del gobierno de la Ciudad, la justicia y de la mano de la policía y carneros. El objetivo es de desalojar a las obreras y obreros que la ocupan, secuestrar documentación y desactivar las máquinas. Luego de que la policía detiene a la totalidad de los obreros que hacían guardia en la fábrica – incluida una niña –, las asambleas barriales, partidos políticos y organizaciones sociales rodean la fábrica frustrando el desalojo.